El modelo de salud tal y como está planteado en la actualidad y desarrollado por una ley de más de 20 años de vigencia que respondía a una realidad muy distinta, es el nudo gordiano de la inviabilidad del Sistema. En consecuencia, si no se producen importantes reformas estructurales y continuamos parcheando una realidad que de forma continuada en el tiempo ha evidenciado que no es viable, el Sistema continuará creando tensiones sociales, políticas y financieras no deseables.

Uno de los errores más importantes del actual Sistema de Salud es el de trabajar al margen de la realidad. Esta realidad supone que un porcentaje nada despreciable del 25 por ciento de la población tiene una doble cobertura con una póliza de seguro de salud privado. En este sentido, la realización de actividad privada en los centros públicos, así como la posible ‘ebarización’ del Instituto Catalán de la Salud (ICS) sería un gran error. A pesar de que se trata de una experiencia testada en el ámbito de la Atención Primaria, es inviable en el ámbito hospitalario dado que es un modelo pensado para entes pequeños, de gran flexibilidad y baja complejidad, que choca frontalmente con las estructuras de los grandes hospitales públicos.

El tiempo de puesta en marcha de una experiencia de estas características no permitirá una solución a corto o medio plazo (que es el que requiere la situación del sector) y en cambio sí que exige el sacrificio de gran parte de los agentes del sector sanitario privado. En consecuencia e inevitablemente, se perderá calidad asistencial, se creará un doble circuito asistencial donde los ciudadanos con recursos pasarán delante del resto y se alargarán las listas de espera.

Cuanto antecede no obstaculiza que pueda existir un proceso a partir del cual se gestionen con criterios más empresariales sus estructuras, siempre y cuando se sometan a las mismas reglas del juego que las entidades privadas. Es decir, sin aprovechamiento de instalaciones, circuitos o recursos humanos y/o materiales de carácter público. Por el contrario, planteamos la posibilidad de poner en marcha una verdadera reforma de futuro como puede ser la extensión del Modelo Muface, del que tenemos experiencia previa y la evidencia de su sostenibilidad y rentabilidad. Este Modelo, utilizado por más de dos millones de usuarios, con larga trayectoria y éxito demostrado, no permite déficit alguno y constata su viabilidad en el hecho de que los funcionarios, de forma sostenida en el tiempo, elijen la opción de reaseguramiento y servicios privados en un 85 por ciento de los casos.

Apostamos por un Sistema Sanitario que respete un equilibrio entre la intervención del Estado y la responsabilidad y libertad del individuo en los tres niveles posibles del sistema: financiación, aseguramiento y provisión. El nuevo Sistema tiene que formar parte de la solución de la crisis (el sector salud tiene un extraordinario potencial de crecimiento) y no ser una de las causas más importantes de la crisis.

Además, es imprescindible la efectiva integración y coordinación del ámbito sociosanitario en el Sistema de Salud, con la finalidad de capturar eficiencia dada la actual inadecuación de estancias hospitalarias y la hiperfrecuentación en Atención Primaria. El ámbito sociosanitario se presenta como un valioso instrumento de optimización de los recursos del Sistema, una oportunidad de futuro para atender con los mismos recursos disponibles (a un coste-oportunidad 5,4 veces mayor que las estructuras de pacientes agudos) a la población.

Resulta, pues, fundamental vertebrar el Sistema alrededor de un paciente corresponsable, formado e informado, que sea responsable de su salud y consciente del uso racional de los recursos limitados de los que disponemos.

Hemos demostrado que hacemos las cosas bien, que disponemos de excelentes y prestigiosos profesionales, centros y servicios sanitarios. Ahora es necesario hacer realidad la creación de un Sistema Sanitario de futuro de todos (púbicos y privados) y para todos (públicos y privados).